Mi cambio de rumbo - 1

Hoy quiero empezar pidiendo perdon por el diseño feo del blog y dedicar un tiempo a escribir sobre mi mismo, sobre la persona que está al otro lado de las teclas.

Ahora no soy el mismo que era, mi vida ha cambiado radicalmente en los últimos tiempos. Antes creía tener todo lo que se puede pedir, todo lo que la sociedad me enseñó a perseguir y no me daba cuenta que con cada nuevo paso en aquella dirección no lograba más que dar otra pincelada de gris al lienzo de mi existencia.

¿Sabéis? Soy incapaz de distinguir en mi memoria un día de otro en aquella época, han quedado como un conjunto grumoso de sinsabores. No digo que no hubiese momentos felices entonces, sé que los hubo, pero no han quedado en mi recuerdo, tal vez porque no fuese una felicidad propia, si no una especie de concepto externo aprendido en los libros, en las películas; he besado a fulanita por tanto he de ser feliz, aunque fulanita no me llenase, aunque mi corazón me alertase de que fulanita no era para mi.

Quiero anunciar que ahora conozco el secreto de la auténtica felicidad, he destapado una esencia maravillosa en mi interior que ha impregnado mi vida dando una luz individual a cada uno de mis días. Quiero compartir esta experiencia por si a alguien puede servir el camino que yo he recorrido para llegar hasta aquí. Ha sido un camino tortuoso por momentos pero ¡no imagináis cuanto me ha compensado!

Desgraciadamente no conozco el secreto para llegar a este estado, ni sabría indicar por donde ha de comenzarse a caminar. Para mí fue la suerte de tropezarme con S y Brasil. S y yo comenzamos una amistad especial en el trabajo, me convertí en el confesor de sus problemas cotidianos con M, su novio y casi sin darme cuenta ella estaba ocupando mi pensamiento al acostarme, al levantarme, al comer y al cenar. No creo que yo estuviese enamorado de ella en aquella época, simplemente era mi vía de escape, la única pincelada en color, él único recuerdo tangible que conservo… Por eso no dudé un instante cuando me propuso ir de vacaciones a Brasil. Ella había planificado estas vacaciones junto a M, pero él no podía ir finalmente por culpa de un nuevo proyecto que le había surgido y a mí no me importó ocupar su puesto como segundo plato. Además había un componente morboso en el asunto ya que S había preferido mentir a M diciéndole que iba con una amiga, esta pequeña “infidelidad” había alimentado mi calenturienta imaginación que en aquel momento poco podía suponer que me esperaban las peores vacaciones de mi vida pero también el comienzo de la mejor etapa.

La Roma negra, así es como llaman a Salvador de Bahía por poseer la mayor población negra fuera de África, así era también en nuestro resort, la inmensa mayoría de los trabajadores eran negros o mulatos. S no necesita gran cosa para llamar la atención, es una mujer que destaca por su altura y cautiva con su sonrisa, pero supongo que allí era además especialmente exótica por ser blanca. Para mi dolor ella se encargaba de dejar muy claro a todo el mundo que éramos solo amigos y yo veía que desde el recepcionista hasta los camareros o los de animación andaban apostando a ver quien se la llevaba a la cama. Los turistas somos presa fácil cuando llegamos allí, ellos tienen mucho tiempo, muchos turistas diferentes para saber como tratarnos a cada uno, como engatusarnos. Mauricio y otros chicos de animación me presentaron un grupito de mulatas la primera noche y así conocí a Mariolys. De este modo me quitaron de en medio para quedarse con S y aunque disfruté mucho de aquella noche, bebí, me reí y estuve realmente cómodo y relajado, no pude quitarme de la cabeza a S y preguntarme que era lo que ella estaba haciendo. Volví tarde a la habitación, que compartíamos, y encontré a Mauricio allí que con toda naturalidad y guiñándome un ojo nos sirvió un trago. Bebimos por la vida y se despidió clavándome un cuchillo en el corazón es decir, besando a S en los labios y metiendo la mano bajo su camisón.

Mauricio duró un par de días, luego hubo un chico cuyo nombre no recuerdo que solo se quedó una noche y después Fabio a quien seguimos viendo siempre que pasamos por Salvador y con quien nos une una fuerte amistad, ahora está casado y tiene dos críos maravillosos, pero contar eso sería adelantarme mucho en esta historia.

Yo mientras tanto había asumido que no era tan alto, tan musculoso y aventuraba que tampoco tan bien dotado como aquellos amantes de S y había ido consolidando mi amistad con Mariolys y una noche le pedí a S que me dejase por una vez la habitación a mi. Visto en la distancia, apenas queda nada de los sentimientos encontrados, de los celos pero si recuerdo una enorme felicidad que reconozco era etílica la más de las noches. Al final nos juntábamos los cuatro en la habitación, S con Fabio en una cama y Mariolys y yo en la otra, borrachos y medio drogados (solamente fumábamos lo que Fabio nos traía) y tratando de competir en durar mas tiempo y hacer las posturas mas absurdas e imposibles, reíamos como locos y si parábamos era para ponernos un vaso de ron Fabio y yo o para abrazarnos muertos de risa ante alguna ocurrencia. Juro que nunca antes o después he abrazado a otro hombre con el ánimo encendido o al menos nunca a alguno tan enormemente encendido como el de Fabio. Obviaré mas detalles al respecto y otras cuestiones en las que me estoy extendiendo y que son más propias de otro tipo de foro ¡mi memoria se desvía hacia estos placeres mundanos!

El caso es que la semana terminó como había comenzado: mal. No por que me volviesen a atacar los celos, si no que la última noche antes de salir para España nos robaron en la habitación, dinero, tarjetas de crédito, pasaportes… La caja fuerte de la habitación estaba abierta y no parecía tampoco forzada. Yo, inocente de mí, había dejado una cantidad bastante elevada de dinero y me sentí realmente horrible, en aquella época le daba muchísima importancia al dinero como a todas las cosas materiales y grises. En un principio acusé a Fabio y Mariolys de ser cómplices de aquello (estábamos con ellos en una playa cuando ocurrió). Por culpa de la ceguera que me produjo perder unos absurdos bienes materiales casi pierdo una amistad que a la postre sería fundamental para poder sobrevivir aquellos días en Salvador de Bahía tras el problema que tuvimos en el consulado, pero temo que me he alargado mucho por hoy y esta parte de la historia podré continuarla en otro momento.

Sin mirar atrás

Sin mirar atrás ni siquiera para repasar las faltas de ortografía, este es un espacio donde dar rienda suelta a todo aquello que llege al cerebro sin para a pensar en las consecuencias.

Es por esto que también prometo no leer jamás los comentarios del blog. Prometo no releer un post escrito, prometo viajar sin equipaje, sin rumbo definido y sin mirar atrás.

Acerca de...

Nacido de la necesidad de compartir con el mundo, este espacio pretende ser
mi gran ventana hacia afuera y vuestra pequeña ventana hacia adentro.


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